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El contagio de las emociones: una mirada académica y funcional al fenómeno interpersonal

emociones

Ojo mi amiga, La transmision de las emociones negativas, como la ira o la ansiedad, es significativamente transmissible de las madres a los hijos. 

Un estudios academico sobre la transmisión emocional en familias monoparentales encabezadas por la madres solteras mostro que la ansiedad y la ira inmediatas es transmitida unilateralmente de las madres a los adolecentes, y no mostro diferencias entre genero, y la transmision de las emociones no fue evidente en las emociones positivas, lo que significa que es mucho facil transmitir a tus hijos emociones negativas que las positivas. 

¿Cómo proteger a tus hijos del contagio emocional negativo? A segun Daniel Goleman, desarrollando tu inteligencia emocional porque te ayuda a regular el impacto del contagio emocional hacia tus hijos. El primer paso es la conciencia emocional: Diferenciar emociones propias de ajenascreativas. Does, Establecer límites energéticos; tres, manejar tus emociones usando respiración consciente y anclajes físicos; y cuatro, Buscar espacios de descarga emocional segura. 

emociones, la inteligencia emocional

  1. ¿Qué es el contagio emocional?

El contagio emocional es un proceso automático de imitación y sincronización de expresiones, posturas, tonos de voz y conductas emocionales que conduce a una convergencia emocional entre individuos (Hatfield, Cacioppo & Rapson, 1994). A través de este mecanismo, una persona puede “absorber” la tristeza, el enojo, el entusiasmo o la ansiedad de alguien más, incluso sin que medie una conversación.

No se trata de simple empatía. Mientras la empatía es un proceso activo y consciente de ponerse en el lugar del otro, el contagio emocional ocurre con rapidez, muchas veces sin que la persona lo note.

  1. Fundamento neurobiológico: las neuronas espejo

Desde la neurociencia, el contagio emocional se explica en parte por la actividad de las neuronas espejo, descubiertas por Rizzolatti et al. (1996). Estas neuronas se activan tanto cuando una persona realiza una acción como cuando observa a otra realizarla. Lo mismo ocurre con las emociones: ver a alguien llorar, gritar o sonreír activa áreas cerebrales similares a las que se activarían si la emoción fuera propia.

Esta base biológica explica por qué, por ejemplo, los bebés lloran cuando otros bebés lloran o por qué una sala de espera tensa puede hacer que todos se sientan incómodos aunque nadie diga una palabra.

  1. El rol del contagio emocional en la vida cotidiana

El contagio emocional ocurre constantemente en entornos como:

  • La familia: Los estados emocionales de los padres afectan directamente a los hijos, especialmente en edades tempranas. Las madres solteras, por ejemplo, pueden sin querer transmitir su cansancio o ansiedad a sus hijos si no han desarrollado conciencia emocional.
  • El trabajo: Los equipos que trabajan bajo presión tienden a compartir emociones negativas como el estrés o la frustración, lo que impacta el rendimiento colectivo (Barsade, 2002).
  • Las redes sociales: Diversos estudios muestran que las emociones compartidas en línea también se propagan. Kramer et al. (2014) encontraron que la exposición a publicaciones negativas o positivas en redes sociales influye directamente en el estado emocional de los usuarios.
  1. Consecuencias psicológicas del contagio emocional

El contagio emocional puede ser positivo o negativo. Emociones como la alegría, el entusiasmo o la gratitud también se contagian, fortaleciendo los vínculos sociales. Sin embargo, cuando las emociones negativas dominan —como el miedo, la angustia o la ira— pueden deteriorar el clima emocional de una familia o un equipo.

En personas con alta sensibilidad emocional o baja regulación emocional, este fenómeno puede generar:

  • Fatiga emocional
  • Desregulación afectiva
  • Aumento de síntomas ansiosos o depresivos
  • Dificultades en la toma de decisiones y el autocuidado

Cuando las emociones de otras personas te afectan intensamente, ya sea en casa, en el trabajo o en contextos sociales, podrías estar experimentando contagio emocional, y podrias estar trayendo esas emociones negativa contigo a la casa, y pasandosela a tus hijos, especialmente los adolecentes. Este fenómeno, ampliamente estudiado por Daniel Goleman (1995) y otros investigadores, y ocurre cuando absorbes el estado emocional de quienes te rodean, a veces sin siquiera darte cuenta. La inteligencia emocional te permite observar, filtrar y responder a esas influencias sin perder tu centro interno.

1. Diferenciar emociones propias de ajenas

Este es un ejercicio de conciencia emocional avanzada. La clave está en hacer pausas mentales a lo largo del día y preguntarte con honestidad: “¿Esto que siento me pertenece a mí o lo estoy absorbiendo de otra persona?”
Por ejemplo, si llegas a casa después de un día aparentemente tranquilo pero sientes una tristeza inexplicable, es posible que hayas absorbido la carga emocional de un compañero de trabajo, un cliente o incluso de alguien con quien solo cruzaste palabras.

Para trabajar esto, puedes usar una técnica llamada “rotulación emocional diferenciada”, que consiste en escribir lo que sientes y al lado anotar si puedes identificar su origen: propio, ajeno o dudoso. Con el tiempo, esto fortalece tu percepción interna y te ayuda a discernir con mayor precisión qué te corresponde gestionar y qué puedes dejar ir.

2. Establecer límites energéticos

Los límites emocionales no siempre se expresan con palabras; muchas veces se construyen con presencia interna y decisión consciente.
Aprender a retirarte emocionalmente no significa ser frío o indiferente, sino saber cuándo proteger tu energía para poder seguir siendo tú misma sin verte arrastrada por el caos emocional ajeno.
Puedes aplicar esto en situaciones como:

  • Elegir no entrar en ciertas discusiones donde sabes que la carga emocional es ajena y desproporcionada.
  • Visualizar un “espacio protector” antes de encuentros emocionalmente densos.
  • Tomar descansos intencionales en reuniones o convivencias cargadas para reconectar contigo misma.
    Esto también implica liberarte de la culpa. No tienes que absorber ni solucionar el mundo emocional de todos. A veces, el acto más empático es cuidar de ti para no contaminar tu entorno con una sobrecarga emocional.

3. Respiración consciente y anclajes físicos

El cuerpo es tu primer escudo contra el contagio emocional. Las técnicas de anclaje físico, como colocar una mano en el pecho, presionar suavemente tus dedos, o apoyar ambos pies firmemente en el suelo, te devuelven al momento presente y te sacan del bucle reactivo. La respiración consciente es un regulador inmediato del sistema nervioso. Inhalar contando hasta 4, retener el aire 4 segundos, exhalar en 6 o 7 segundos y repetir, activa el sistema parasimpático, que calma la mente y detiene la transferencia emocional automática.
Si practicas esta técnica justo cuando detectas una carga emocional que no es tuya, es como si pusieras un filtro entre tu mundo interior y lo externo.

4. Buscar espacios de descarga emocional segura

Todo lo que no se expresa, se acumula. Por eso es fundamental encontrar maneras de liberar las emociones sin dañar a otros ni a ti misma.

  • Journaling: Escribir sin censura lo que sientes al final del día te permite sacar emociones ajenas que absorbiste sin darte cuenta.
  • Actividades creativas como pintar, bailar o cantar permiten transformar la energía emocional y darle un cauce saludable.
  • Terapia emocional o círculos de mujeres: Espacios donde puedas hablar sin juicio y explorar qué es tuyo y qué no. Esto te ayuda a crear conciencia emocional colectiva, algo clave cuando el contagio emocional proviene de seres queridos o del trabajo.

Conclusión

La inteligencia emocional no es solo una teoría; es una práctica cotidiana que te enseña a vivir desde tu centro. Regular el contagio emocional no significa dejar de ser empática, sino aprender a ser empática con límites. Cuando te reconoces, te proteges. Cuando te proteges, puedes acompañar sin absorber. Y cuando acompañas desde tu estabilidad emocional, creas relaciones más sanas y sostenibles.

Consulte mis otros Blogs y vídeos para obtener más detalles.

Dr. Faltas

Referencias

Barsade, S. G. (2002). The ripple effect: Emotional contagion and its influence on group behavior. Administrative Science Quarterly, 47(4), 644–675.

Goleman, D. (1995). Emotional Intelligence: Why It Can Matter More Than IQ. Bantam Books.

Hatfield, E., Cacioppo, J. T., & Rapson, R. L. (1994). Emotional Contagion. Cambridge University Press.

Kramer, A. D., Guillory, J. E., & Hancock, J. T. (2014). Experimental evidence of massive-scale emotional contagion through social networks. PNAS, 111(24), 8788–8790.

Larson, R. W., & Gillman, S. (1999). Transmission of emotions in the daily interactions of single-mother families. Journal of Marriage and the Family, 21-37.

Rizzolatti, G., Fadiga, L., Gallese, V., & Fogassi, L. (1996). Premotor cortex and the recognition of motor actions. Cognitive Brain Research, 3(2), 131–141.

Bar-On, R. (2006). The Bar-On Model of Emotional-Social Intelligence (ESI). Psicothema, 18(Suppl), 13–25.

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